martes, 17 de julio de 2012

El dolor

A veces la vida golpea tan fuerte que no sabes como encajar el golpe. Algunos se derrumban, otros siguen en pie mientras por dentro se van deshaciendo y otros no lo asimilan hasta que pasa un tiempo. De una manera o de otra, la vida te oprime, te deja de puntillas en la cuerda floja y lo único que sientes es impotencia, miedo y rabia.

Puedes haber escuchado historias similares, haberlas vivido cerca e imaginarte el dolor que produce, pero hasta que no vives en primera persona no lo sientes, no lo sufres, no lo escondes.

Porque la gente tiene costumbre de guardarlo, porque el dolor no es un sentimiento que sea agradable de expresar. El dolor va muchas veces unido a la impotencia de no poder hacer nada y es justo en esa unión cuando el sentimiento se eleva hasta el cielo para penetrarte el alma con una gran punzada. La peor opción es dejar que se quede dentro, intentar esconderlo o ocultarlo. Dejad que salga, mostradlo y cuanto más lo mostréis más tenue se convertirá...

Después del dolor viene la tristeza, menos abrupta que el dolor, pero mucho más larga. Tan larga que sabes que podrá pasar toda la vida y cuando recuerdes ese momento volverá a aparecer esa misma tristeza.

Y cuando la vida te depara un golpe así es cuando te das cuenta de que a todos nos tiene preparados el mismo destino, sin importarle la edad, la condición, ni la persona. Y es este destino cruel el que nos tiene que hacer que nos movamos para conseguir una vida llena, disfrutando de cada minuto, de cada respiración, de cada latido... Sin importar que será de nosotros mañana, porque quizás mañana no estemos aquí.

"Este post es para todos aquellos que se han tenido que ir antes de hora. Pero sobretodo para tí, me quedo con tus recuerdos, tus abrazos, tus risas y tus besos. Todas las sonrisas del resto de mi vida iran dedicadas a tí cada vez que vea un Papa Noel. Siempre vivirás en mi corazón."

Nerea.

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