jueves, 16 de mayo de 2013

La Batalla

El 16 de Mayo del 1811, en una pequeña localidad de Badajoz hubo la batalla acaecida durante la Guerra de La Independencia Española entre españoles, portugueses e ingleses contra el ejército de Napoleón y que finalizó con la destrucción de la villa.
Desde hace ya unos años, se recuerda esta batalla con diferentes actos que llenan al pueblo de pólvora, uniformes militares, regimientos, campamentos militares,  artillería... Y donde sus vecinos recrean a los propios personajes, aquellos que lucharon en sus tierras 100 años atrás.



Y os preguntareis, que me ha dado a mi por explicar la fiesta de un pueblo de Badajoz?
Pues por que allí empiezan mis orígenes, allí siguen viviendo mis tios, mis primos... y en ese pueblecito he pasado los mejores veranos de mi infancia. Me gustaría poder ir a festejar la batalla con ellos, ponerme un uniforme y salir a combatir por sus calles! Así que como un año más es imposible ir i disfrutar de sus tradiciones, creo que la divulgación es una buena forma de "compensar" mi ausencia.

Si podéis ir, queréis más información o simplemente os ha picado la cursiosidad, os dejo varios links donde explican mucho más detallado y específico la batalla y sus celebraciones:

http://www.laalbuera.es/secciones/batalla/historia.htm

http://www.extremaduramente.com/especiales/especial-la-batalla-de-la-albuera/





A todos mis albuereños, DISFRUTADLA!!!!
Nerea.

miércoles, 17 de abril de 2013

Brújulas que buscan sonrisas perdidas.

Como todos los libros de Albert Espinosa, este no podía ser de otra manera, capítulos cortos, un poco inconexos, pero con una historia común.
El libro trata sobre la vida de un hombre que tiene que ayudar a su padre, totalmente odiado por él, a pasar sus últimos días de vida. Un relato con final triste, pero que capítulo a capítulo van surgiendo enseñanzas que se te quedan en la cabeza de por tiempo... Enseñanzas sobre la amistad, el amor, el dolor, la familia... pero sobre todo sobre la verdad y la sinceridad, y es que una mentira puede destrozar muchas vidas. Aunque parezca un libro triste, puedo aseguraros que el escritor hace de todas las tragedias del protagonista un bonito recuerdo, sin transmitir al lector pena, sufrimiento o dolor...






Es un libro 100% veraniego, no es denso, capítulos cortos y no es muy largo, combinación perfecta para llevárselo a la playa, piscina... yo me lo leí en dos días mientras iba a uno de mis viajes deportivos, recomendable!!


Os dejo uno de los párrafos que más me gustaron, a ver si os animáis a leer el libro;

“Lo más complicado en este mundo es no reaccionar de la misma manera a estímulos parecidos. Te hieres y te entristeces… Deseas algo y lo observas… Y a veces no sabes si hacer algo, paralizarte o justo lo contrario… Cada persona tiene reacciones, resortes que provienen de su infancia…
Hizo una pausa… Yo estaba ensimismado, jamás me había atrapado tanto aunque su discurso fuera inconexo… Pero es que aquel speech no me sonaba a nada conocido… Ella hablaba sin rencor, sin querer aleccionarme por mi enésimo error.
—Los resortes nos causan infelicidad porque nos llevan a los mismos lugares, y en esos lugares ya hemos estado y vuelve a haber ahí decisiones y nuevos resortes que nos llevan a otros sitios semejantes al primero donde estuvimos… Y cambiar los resortes o las costumbres es casi imposible porque desactivas uno y aparecen diez…
Hizo una nueva pausa… No nos miramos… El pacto estaba a punto de aparecer.
—Yo te propongo que me permitas cambiar mis resortes a tu lado. No los juzgues y no los pongas en cuestión. Y yo haré lo mismo por ti… Te permitiré cambiar, que hurgues en tu interior, que me ofrezcas otra versión de ti mismo y no la juzgaré…
»Quiero que llegues a ser tú mismo conmigo… Que tu resonancia interna, eso que te hace vibrar, suene igual que tu resonancia exterior… Que te sientas uno sólo… Que no necesites buscar la respuesta porque ya la tienes dentro de ti…

Dejó de mirarme, creo que lo necesitaba para continuar.
—Pero todo esto sólo funcionará si hacemos un pacto…
»Si hacemos equipo, si confiamos en el otro, si el respeto para dejarle modificar sus resortes existe.
»La esfera que nos rodea ya no nos deja movernos. Esa esfera está construida con nuestros resortes más inamovibles.
»Crear una esfera nueva que nos cobije es lo más complicado pero es la única forma de continuar.
»Te ofrezco crear esa nueva esfera que nos permita ser tu nuevo tú y mi nuevo yo…”

Nerea.

miércoles, 6 de marzo de 2013

Botas de agua

Tengo que admitir que no soy muy del "invierno", tal vez porque nací en primavera, por mi carácter alegre, porque creo que en otra vida tuve que ser un lagarto ya que siempre voy en busca del sol, o por un poco de todo, pero una cosa tengo clara, no soporto el frío. Ni el frío y ni todo lo que ello conlleva, como ir por la calle como si fueras una cebolla con mil capas de ropa, ir cargando con el abrigo, la bufanda, el gorro... cuando entras algún lugar con calefacción, tener que descongelar el coche cada mañana, que se te corte los labios y las manos...


Y aunque este año me he tomado todo de la mejor manera posible, esta semana ha llegado a mi límite, la lluvia constante. Y es que puedo soportar un día de lluvia, que refresque el ambiente y limpie las calles, puedo soportar (de hecho hasta me gusta) dormir dos noches con el leve ruido de las gotas al caer al suelo, pero no soporto tres días seguidos de lluvia, que no te da respiro para que salgas a la calle tranquilamente, que has de ir corriendo de casa al coche, del coche al trabajo y del trabajo al coche. Por no hablar de los pobres que se mueven en moto, eso si que es una tortura, se disfrazan con sus monos impermeables y tienen que soportar el frío, la humedad y las gotas directas a la cara, gracias que no me dio por comprarme una moto.

Y es que la lluvia puede estropearte hasta los mejores momentos de tu día a día, ya desde pequeño te estropeaba el patio, el mejor momento de todos. O te puede estropear las vacaciones, nunca he llegado a entender porque la gente se va hacer turismo a las ciudades lluviosas en pleno otoño, es imposible hacer turismo con el paraguas en la mano.
Pensad o imaginaos en uno de esos días que dicen que son o serán los mejores de vuestra vida, como el día de vuestra graduación, vuestra boda o el nacimiento de vuestro hijo, me diréis que el día gana muchos más puntos si el cielo está despejado y con un sol radiante, verdad?

Y es que el sol da vida, energía, luz, fuerza... en cambio la lluvia solo moja y cansa!!

Quizás pensáis que soy un poco alarmista, que tampoco es para tanto, pero yo mientras los niños siguen divirtiéndose metiendo los pies en los charcos con sus botas de agua, solo cuento los días para que llegue la primavera.

Que son exactamente 15 días!!! 

Nerea.

martes, 19 de febrero de 2013

Caer esta permitido, levantarse es optativo!!

¿Alguna vez os habéis parado a pensar lo que es esforzarse día tras día por una cosa y que cuando estas a punto de llevarlo a cabo un hecho fortuito te lo impida?

El mundo que me rodea me ha enseñado que a veces los sueños o las metas no las puedes cumplir, no por incapacidades o por fuerza de voluntad, sino por la "mala suerte".
Conozco varios deportistas que antes de una competición importante, como un mundial o juegos olímpicos, que pasan años preparándose para ese campeonato, unos meses o días antes sufren un accidente y se quedan sin poder luchar por aquello que se han estado preparando durante tanto tiempo.
Las lesiones son una de las principales causas de retirada deportiva cuando se trata de deportistas de élite donde sus únicas competiciones importantes son campeonatos de Europa, Mundiales y Juegos Olímpicos. Muchos de ellos, abandonan el deporte no por miedo a no volver a llegar al nivel que tenían antes de la lesión, sino más bien por miedo a que les vuelva a pasar lo mismo, volver a sacrificar 3 años para que el año olímpico te rompas una rodilla, una mano o te entre un virus la semana de la competición... no es nada fácil.

Si trasladamos este ejemplo en cualquier ámbito diferente de la vida nos damos cuenta de que el factor sorpresa siempre esta presente. ¿Cuántas parejas sufren por tener un hijo, aborto tras aborto? ¿Cuántos estudiantes se habrán preparado las oposiciones por segunda vez porque en la primera convocatoria algún familiar suyo se puso muy grabe y no pudo presentarse? ¿Cuántas veces se puede romper un corazón hasta encontrar con la persona adecuada?

La vida no es justa, a veces te pasan cosas en tu vida que hacen desviar tu camino, por mucho empeño y esfuerzo que le pongas, todos estamos dentro del mismo saco y depende de los números con los que juegue ese día.
Siempre hay dos opciones, levantarse y seguir luchando a pesar de las tempestades o abandonarlo todo por miedo a que te vuelva a pasar.

Yo prefiero luchar, porque si luchas y te dejas la piel por algo al final quién sabe, quizás podrás llegar a ser ese deportista que compite en los Juegos Olímpicos, esa pareja que consigue ser padres, ese estudiante que obtiene las oposiciones o esa persona que encuentra quien le cure el corazón.

Cada uno que decida!
Nerea.


martes, 22 de enero de 2013

Pedacitos de libros

Estreno sección del blog con frases o fragmentos de libros que me emocionaron cuando los leí por primera vez. Para ello empiezo con mi "pedacito" favorito, aunque he de confesar que nunca me acabé de leer este libro, no por falta de ganas, sino por exceso de empatía con los sucesos del relato. Espero volver a coger el libro algún día y acabarlo.

Aquí tres de los muchos pedacitos que me regaló su lectura:

"Hi ha ocasions en què deixam córrer una espurna de felicitat, un moment plaent que ens fuig perquè no sabem indentificar-lo. Mé tard, quan ja és lluny, som capaços de reconèixer-lo. L'enyoram sense haver-lo viscut."


"Es deia que la vida és anar trobant gent. Persones que incorporam a l'existència. Hi abocam desig i energia. Voldríem que ens acompanyessin sempre, que fossin a la vora. A poc a poc, s'imposa la pèrdua. Aquelles presències s'esborren del nostre panorama vital. Algunes marxen sense voler-ho, quan la mort se les emporta. Altres se'n van perquè decideixen deixar-nos. A vegades, marcen si nosaltres les feim fora, desterrant-les. Cada persona que ens ha importat és com una estació de tren. Voldríem quedar-hi, aturar-hi el camí, però la vida ens imposa una roda absurda. Continuam la ruta cap a una altra estació, amb l'esperança que sigui la definitiva. No sol ser-ho i acumulam el desencís, l'enyor".



"En un racó del cor, començà a covar-hi la impaciència, la curiositat, el desig de veure'l. S'hi barrejaven sentiments distints: les ganes d'escortar-lo, d'explicar-li la vida, de fer-lo partícip de qualsevol minúcia. El misteri i l'abisme. Tot va despertar-se amb lentitud. Com creixen les pors, creixen els amor. Poden fer-se grans, inmensos. Hi ha qui creu que ha estimat, fins que descobreix la fondària exacta d'un sentiment. Llavors comprèn que no hi ha comparances possibles, que és com un infant que estrena la vida, que no en sap res, que tot li és nou. 
Estimar pot ser dolorós i plaent. Ningú no sabria mesurar les dosis ni les proporcions. Quants instants feliços, per quants segles de patir? Sempre percebem que el dolor dura més, que té major intensistat. La joia, en canvi, com se'ns escapa. Amb quina facilitat terrible s'esmuny entre les mans que voldrien empresonar-la! Costa viure l'amor, quan es juga la partida amb totes les cartes."

 Passions romanes; Maria de la Pau Janer.

Nerea.

jueves, 17 de enero de 2013

"Los ojos verdes"

 Muchos de los que me conocéis sabéis mi devoción por Gustavo Adolfo Bécquer. Béquer es conocido por sus rimas, quién no se sabe esta;

"Por una mirada, un mundo;
por una sonrisa, un cielo;
por un beso... yo no sé
qué te diera por un beso."
 
A mi me cautivo desde bien pequeñaja pero no sólo por sus rimas, también por sus leyendas. Mi libro de leyendas de Bécquer es mi pequeño tesoro, es mi libro "comodín" aquel al que siempre acudo cuando no tengo que leer, pero sobretodo es mi libro de evasión, con él me traslado al siglo XIX y me olvido del resto de la humanidad.

Estos días necesito evadirme, desconectar y ya que no puedo escaparme a un paraíso con aguas cristalinas, vuelvo a lo que nunca me falla, las leyendas de Bécquer, os dejo mi preferida "Los ojos verdes". Es larga y cuesta de asimilar pero cautiva hasta el final. 
Que la disfrutéis.

I
-Herido va el ciervo..., herido va... no hay duda. Se ve el rastro de la sangre entre las zarzas del monte, y al saltar uno de esos lentiscos han flaqueado sus piernas... Nuestro joven señor comienza por donde otros acaban... En cuarenta años de montero no he visto mejor golpe... Pero, ¡por San Saturio, patrón de Soria!, cortadle el paso por esas carrascas, azuzad los perros, soplad en esas trompas hasta echar los hígados, y hundid a los corceles una cuarta de hierro en los ijares: ¿no veis que se dirige hacia la fuente de los Álamos y si la salva antes de morir podemos darlo por perdido?
Las cuencas del Moncayo repitieron de eco en eco el bramido de las trompas, el latir de la jauría desencadenada, y las voces de los pajes resonaron con nueva furia, y el confuso tropel de hombres, caballos y perros, se dirigió al punto que Iñigo, el montero mayor de los marqueses de Almenar, señalara como el más a propósito para cortarle el paso a la res.
Pero todo fue inútil. Cuando el más ágil de los lebreles llegó a las carrascas, jadeante y cubiertas las fauces de espuma, ya el ciervo, rápido como una saeta, las había salvado de un solo brinco, perdiéndose entre los matorrales de una trocha que conducía a la fuente.
-¡Alto!... ¡Alto todo el mundo! -gritó Iñigo entonces-. Estaba de Dios que había de marcharse.
Y la cabalgata se detuvo, y enmudecieron las trompas, y los lebreles dejaron refunfuñando la pista a la voz de los cazadores.
En aquel momento, se reunía a la comitiva el héroe de la fiesta, Fernando de Argensola, el primogénito de Almenar.
-¿Qué haces? -exclamó, dirigiéndose a su montero, y en tanto, ya se pintaba el asombro en sus facciones, ya ardía la cólera en sus ojos-. ¿Qué haces, imbécil? Ves que la pieza está herida, que es la primera que cae por mi mano, y abandonas el rastro y la dejas perder para que vaya a morir en el fondo del bosque. ¿Crees acaso que he venido a matar ciervos para festines de lobos?
-Señor -murmuró Iñigo entre dientes-, es imposible pasar de este punto.
-¡Imposible! ¿Y por qué?
-Porque esa trocha -prosiguió el montero- conduce a la fuente de los Álamos: la fuente de los Álamos, en cuyas aguas habita un espíritu del mal. El que osa enturbiar su corriente paga caro su atrevimiento. Ya la res habrá salvado sus márgenes. ¿Cómo la salvaréis vos sin atraer sobre vuestra cabeza alguna calamidad horrible? Los cazadores somos reyes del Moncayo, pero reyes que pagan un tributo. Fiera que se refugia en esta fuente misteriosa, pieza perdida.
-¡Pieza perdida! Primero perderé yo el señorío de mis padres, y primero perderé el ánima en manos de Satanás, que permitir que se me escape ese ciervo, el único que ha herido mi venablo, la primicia de mis excursiones de cazador... ¿Lo ves?... ¿Lo ves?... Aún se distingue a intervalos desde aquí; las piernas le fallan, su carrera se acorta; déjame..., déjame; suelta esa brida o te revuelvo en el polvo... ¿Quién sabe si no le daré lugar para que llegue a la fuente? Y si llegase, al diablo ella, su limpidez y sus habitadores. ¡Sus, Relámpago!; ¡sus, caballo mío! Si lo alcanzas, mando engarzar los diamantes de mi joyel en tu serreta de oro.
Caballo y jinete partieron como un huracán. Iñigo los siguió con la vista hasta que se perdieron en la maleza; después volvió los ojos en derredor suyo; todos, como él, permanecían inmóviles y consternados.
El montero exclamó al fin:
-Señores, vosotros lo habéis visto; me he expuesto a morir entre los pies de su caballo por detenerlo. Yo he cumplido con mi deber. Con el diablo no sirven valentías. Hasta aquí llega el montero con su ballesta; de aquí en adelante, que pruebe a pasar el capellán con su hisopo. 
 
II
-Tenéis la color quebrada; andáis mustio y sombrío. ¿Qué os sucede? Desde el día, que yo siempre tendré por funesto, en que llegasteis a la fuente de los Álamos, en pos de la res herida, diríase que una mala bruja os ha encanijado con sus hechizos. Ya no vais a los montes precedido de la ruidosa jauría, ni el clamor de vuestras trompas despierta sus ecos. Sólo con esas cavilaciones que os persiguen, todas las mañanas tomáis la ballesta para enderezaros a la espesura y permanecer en ella hasta que el sol se esconde. Y cuando la noche oscurece y volvéis pálido y fatigado al castillo, en balde busco en la bandolera los despojos de la caza. ¿Qué os ocupa tan largas horas lejos de los que más os quieren?
Mientras Iñigo hablaba, Fernando, absorto en sus ideas, sacaba maquinalmente astillas de su escaño de ébano con un cuchillo de monte.
Después de un largo silencio, que sólo interrumpía el chirrido de la hoja al resbalar sobre la pulimentada madera, el joven exclamó, dirigiéndose a su servidor, como si no hubiera escuchado una sola de sus palabras:
-Iñigo, tú que eres viejo, tú que conoces las guaridas del Moncayo, que has vivido en sus faldas persiguiendo a las fieras, y en tus errantes excursiones de cazador subiste más de una vez a su cumbre, dime: ¿has encontrado, por acaso, una mujer que vive entre sus rocas?
-¡Una mujer! -exclamó el montero con asombro y mirándole de hito en hito.
-Sí -dijo el joven-, es una cosa extraña lo que me sucede, muy extraña... Creí poder guardar ese secreto eternamente, pero ya no es posible; rebosa en mi corazón y asoma a mi semblante. Voy, pues, a revelártelo... Tú me ayudarás a desvanecer el misterio que envuelve a esa criatura que, al parecer, sólo para mí existe, pues nadie la conoce, ni la ha visto, ni puede dame razón de ella.
El montero, sin despegar los labios, arrastró su banquillo hasta colocarse junto al escaño de su señor, del que no apartaba un punto los espantados ojos... Éste, después de coordinar sus ideas, prosiguió así:
-Desde el día en que, a pesar de sus funestas predicciones, llegué a la fuente de los Álamos, y, atravesando sus aguas, recobré el ciervo que vuestra superstición hubiera dejado huir, se llenó mi alma del deseo de soledad.
Tú no conoces aquel sitio. Mira: la fuente brota escondida en el seno de una peña, y cae, resbalándose gota a gota, por entre las verdes y flotantes hojas de las plantas que crecen al borde de su cuna. Aquellas gotas, que al desprenderse brillan como puntos de oro y suenan como las notas de un instrumento, se reúnen entre los céspedes y, susurrando, susurrando, con un ruido semejante al de las abejas que zumban en torno a las flores, se alejan por entre las arenas y forman un cauce, y luchan con los obstáculos que se oponen a su camino, y se repliegan sobre sí mismas, saltan, y huyen, y corren, unas veces con risas; otras, con suspiros, hasta caer en un lago. En el lago caen con un rumor indescriptible. Lamentos, palabras, nombres, cantares, yo no sé lo que he oído en aquel rumor cuando me he sentado solo y febril sobre el peñasco a cuyos pies saltan las aguas de la fuente misteriosa, para estancarse en una balsa profunda cuya inmóvil superficie apenas riza el viento de la tarde.
Todo allí es grande. La soledad, con sus mil rumores desconocidos, vive en aquellos lugares y embriaga el espíritu en su inefable melancolía. En las plateadas hojas de los álamos, en los huecos de las peñas, en las ondas del agua, parece que nos hablan los invisibles espíritus de la Naturaleza, que reconocen un hermano en el inmortal espíritu del hombre.
Cuando al despuntar la mañana me veías tomar la ballesta y dirigirme al monte, no fue nunca para perderme entre sus matorrales en pos de la caza, no; iba a sentarme al borde de la fuente, a buscar en sus ondas... no sé qué, ¡una locura! El día en que saltó sobre ella mi Relámpago, creí haber visto brillar en su fondo una cosa extraña.., muy extraña..: los ojos de una mujer.
Tal vez sería un rayo de sol que serpenteó fugitivo entre su espuma; tal vez sería una de esas flores que flotan entre las algas de su seno y cuyos cálices parecen esmeraldas...; no sé; yo creí ver una mirada que se clavó en la mía, una mirada que encendió en mi pecho un deseo absurdo, irrealizable: el de encontrar una persona con unos ojos como aquellos. En su busca fui un día y otro a aquel sitio.
Por último, una tarde... yo me creí juguete de un sueño...; pero no, es verdad; le he hablado ya muchas veces como te hablo a ti ahora...; una tarde encontré sentada en mi puesto, vestida con unas ropas que llegaban hasta las aguas y flotaban sobre su haz, una mujer hermosa sobre toda ponderación. Sus cabellos eran como el oro; sus pestañas brillaban como hilos de luz, y entre las pestañas volteaban inquietas unas pupilas que yo había visto..., sí, porque los ojos de aquella mujer eran los ojos que yo tenía clavados en la mente, unos ojos de un color imposible, unos ojos...
-¡Verdes! -exclamó Iñigo con un acento de profundo terror e incorporándose de un golpe en su asiento.
Fernando lo miró a su vez como asombrado de que concluyese lo que iba a decir, y le preguntó con una mezcla de ansiedad y de alegría:
-¿La conoces?
-¡Oh, no! -dijo el montero-. ¡Líbreme Dios de conocerla! Pero mis padres, al prohibirme llegar hasta estos lugares, me dijeron mil veces que el espíritu, trasgo, demonio o mujer que habita en sus aguas tiene los ojos de ese color. Yo os conjuro por lo que más améis en la tierra a no volver a la fuente de los álamos. Un día u otro os alcanzará su venganza y expiaréis, muriendo, el delito de haber encenagado sus ondas.
-¡Por lo que más amo! -murmuró el joven con una triste sonrisa.
-Sí -prosiguió el anciano-; por vuestros padres, por vuestros deudos, por las lágrimas de la que el Cielo destina para vuestra esposa, por las de un servidor, que os ha visto nacer.
-¿Sabes tú lo que más amo en el mundo? ¿Sabes tú por qué daría yo el amor de mi padre, los besos de la que me dio la vida y todo el cariño que pueden atesorar todas las mujeres de la tierra? Por una mirada, por una sola mirada de esos ojos... ¡Mira cómo podré dejar yo de buscarlos!
Dijo Fernando estas palabras con tal acento, que la lágrima que temblaba en los párpados de Iñigo se resbaló silenciosa por su mejilla, mientras exclamó con acento sombrío:
-¡Cúmplase la voluntad del Cielo!
III
-¿Quién eres tú? ¿Cuál es tu patria? ¿En dónde habitas? Yo vengo un día y otro en tu busca, y ni veo el corcel que te trae a estos lugares ni a los servidores que conducen tu litera. Rompe de una vez el misterioso velo en que te envuelves como en una noche profunda. Yo te amo, y, noble o villana, seré tuyo, tuyo siempre.
El sol había traspuesto la cumbre del monte; las sombras bajaban a grandes pasos por su falda; la brisa gemía entre los álamos de la fuente, y la niebla, elevándose poco a poco de la superficie del lago, comenzaba a envolver las rocas de su margen.
Sobre una de estas rocas, sobre la que parecía próxima a desplomarse en el fondo de las aguas, en cuya superficie se retrataba, temblando, el primogénito Almenar, de rodillas a los pies de su misteriosa amante, procuraba en vano arrancarle el secreto de su existencia.
Ella era hermosa, hermosa y pálida como una estatua de alabastro. Y uno de sus rizos caía sobre sus hombros, deslizándose entre los pliegues del velo como un rayo de sol que atraviesa las nubes, y en el cerco de sus pestañas rubias brillaban sus pupilas como dos esmeraldas sujetas en una joya de oro.
Cuando el joven acabó de hablarle, sus labios se removieron como para pronunciar algunas palabras; pero exhalaron un suspiro, un suspiro débil, doliente, como el de la ligera onda que empuja una brisa al morir entre los juncos.
-¡No me respondes! -exclamó Fernando al ver burlada su esperanza-. ¿Querrás que dé crédito a lo que de ti me han dicho? ¡Oh, no!... Háblame; yo quiero saber si me amas; yo quiero saber si puedo amarte, si eres una mujer...
-O un demonio... ¿Y si lo fuese?
El joven vaciló un instante; un sudor frío corrió por sus miembros; sus pupilas se dilataron al fijarse con más intensidad en las de aquella mujer, y fascinado por su brillo fosfórico, demente casi, exclamó en un arrebato de amor:
-Si lo fueses.:., te amaría..., te amaría como te amo ahora, como es mi destino amarte, hasta más allá de esta vida, si hay algo más de ella.
-Fernando -dijo la hermosa entonces con una voz semejante a una música-, yo te amo más aún que tú me amas; yo, que desciendo hasta un mortal siendo un espíritu puro. No soy una mujer como las que existen en la Tierra; soy una mujer digna de ti, que eres superior a los demás hombres. Yo vivo en el fondo de estas aguas, incorpórea como ellas, fugaz y transparente: hablo con sus rumores y ondulo con sus pliegues. Yo no castigo al que osa turbar la fuente donde moro; antes lo premio con mi amor, como a un mortal superior a las supersticiones del vulgo, como a un amante capaz de comprender mi caso extraño y misterioso.
Mientras ella hablaba así, el joven absorto en la contemplación de su fantástica hermosura, atraído como por una fuerza desconocida, se aproximaba más y más al borde de la roca.
La mujer de los ojos verdes prosiguió así:
-¿Ves, ves el límpido fondo de este lago? ¿Ves esas plantas de largas y verdes hojas que se agitan en su fondo?... Ellas nos darán un lecho de esmeraldas y corales..., y yo..., yo te daré una felicidad sin nombre, esa felicidad que has soñado en tus horas de delirio y que no puede ofrecerte nadie... Ven; la niebla del lago flota sobre nuestras frentes como un pabellón de lino...; las ondas nos llaman con sus voces incomprensibles; el viento empieza entre los álamos sus himnos de amor; ven..., ven.
La noche comenzaba a extender sus sombras; la luna rielaba en la superficie del lago; la niebla se arremolinaba al soplo del aire, y los ojos verdes brillaban en la oscuridad como los fuegos fatuos que corren sobre el haz de las aguas infectas... Ven, ven... Estas palabras zumbaban en los oídos de Fernando como un conjuro. Ven... y la mujer misteriosa lo llamaba al borde del abismo donde estaba suspendida, y parecía ofrecerle un beso..., un beso...
Fernando dio un paso hacía ella..., otro..., y sintió unos brazos delgados y flexibles que se liaban a su cuello, y una sensación fría en sus labios ardorosos, un beso de nieve..., y vaciló..., y perdió pie, y cayó al agua con un rumor sordo y lúgubre.
Las aguas saltaron en chispas de luz y se cerraron sobre su cuerpo, y sus círculos de plata fueron ensanchándose, ensanchándose hasta expirar en las orillas.


martes, 8 de enero de 2013

Parimosas navideñas!!

Estas Navidades "Parimosa" ha tenido muchos pedidos.
Muchas gracias a mis amigos, familiares, conocidos... que han querido regalar una de mis camisetas a los más peques de la casa, espero que se les haya iluminado la cara al verlas.

Ahora a seguir trabajando que aún me  quedan cuatro encargos!!

Así da gusto pintar!! :)









lunes, 7 de enero de 2013

El monstruo de la pereza

"Pereza, es la negligencia, astenia, tedio o descuido en realizar acciones, movimientos o trabajos. Se le conoce también como gandulería, flojera, haraganería, holgazanería; entre otros términos que pueden incluso llegar a ser peyorativos.


Una de las primeras cosas que deberían enseñar los padres a sus hijos es a matar al monstruo de la pereza. Ese monstruo que aparece cada mañana al sonar el despertador, el mismo que te mira desde la cocina cuando tienes los platos sucios y el protagonista de que retrases trabajos, proyectos, citas...

La gente no suele darse cuenta de que la pereza controla su vida. Cuantas veces habéis dicho, pensado o oído frases como estas?
- Si hubiese empezado a estudiar antes hubiese aprobado el examen.
- Deja eso, ya lo haremos mañana.
- He de sacar al perro, pero es que hace tanto frío...
- Debería ir al gimnasio.

La pereza es un monstruo duro de matar ya que suele ir acompañado del goce, la diversión, ocio...
Aunque a veces aparece solo, haciéndose enemigo de estos acompañantes y entonces es cuando el monstruo se vuelve aún peor, es una pesadilla imposible de matar. En ese momento es capaz de hacerte quedarte en casa, dejándote sin una visita a tu familia, un encuentro con amigos... solo porque él te ha ganado y la satisfacción de quedarte en casa es mayor que cualquier ocio paralelo.

Haced una lista de todos los pequeños errores que tenéis en vuestra vida diaria y pensad en el foco causante, estoy segura que esos problemas se eliminarían matando este monstruo. Dejamos de hacer las "obligaciones diarias" por que así obtenemos beneficios inmediatos, y no nos damos cuenta de que cumpliendo con esas obligaciones luego llegaremos a un beneficio mayor que a largo plazo nos enriquecerá la vida.

A algunos este post les parecerá una tontería, a lo mejor es porque ya han dejado que el monstruo les controle, pero a los que haya captado vuestra atención con estas frases aún estáis a tiempo de moveros y obligar a que el monstruo se marche.

- "Matar al monstruo de la pereza." 
Puede ser un buen punto para poner en la lista de propósitos de este nuevo año.


Nerea.