Tengo que admitir que no soy muy del "invierno", tal vez porque
nací en primavera, por mi carácter alegre, porque creo que en otra vida tuve
que ser un lagarto ya que siempre voy en busca del sol, o por un poco de todo,
pero una cosa tengo clara, no soporto el frío. Ni el frío y ni todo lo que ello
conlleva, como ir por la calle como si fueras una cebolla con mil capas de
ropa, ir cargando con el abrigo, la bufanda, el gorro... cuando entras algún
lugar con calefacción, tener que descongelar el coche cada mañana, que se te
corte los labios y las manos...
Y aunque este año me he tomado todo de la mejor manera posible, esta semana
ha llegado a mi límite, la lluvia constante. Y es que puedo soportar un día de
lluvia, que refresque el ambiente y limpie las calles, puedo soportar (de hecho
hasta me gusta) dormir dos noches con el leve ruido de las gotas al caer al
suelo, pero no soporto tres días seguidos de lluvia, que no te da respiro para
que salgas a la calle tranquilamente, que has de ir corriendo de casa al coche,
del coche al trabajo y del trabajo al coche. Por no hablar de los pobres que se mueven en moto, eso si que es una tortura, se disfrazan con sus monos impermeables y tienen que soportar el frío, la humedad y las gotas directas a la cara, gracias que no me dio por comprarme una moto.
Y es que la lluvia puede estropearte hasta los mejores momentos de tu día a día, ya desde pequeño te estropeaba el patio, el mejor momento de todos. O te puede estropear las
vacaciones, nunca he llegado a entender porque la gente se va hacer turismo a
las ciudades lluviosas en pleno otoño, es imposible hacer turismo con el paraguas
en la mano.
Pensad o imaginaos en uno de esos días que dicen que son o serán los mejores de vuestra vida, como el
día de vuestra graduación, vuestra boda o el nacimiento de vuestro hijo, me
diréis que el día gana muchos más puntos si el cielo está despejado y con un sol
radiante, verdad?
Y es que el sol da vida, energía, luz, fuerza... en cambio la lluvia solo moja y cansa!!
Quizás pensáis que soy un poco alarmista, que tampoco es para tanto, pero yo
mientras los niños siguen divirtiéndose metiendo los pies en los
charcos con sus botas de agua, solo cuento los días para que llegue
la primavera.
Que son exactamente 15 días!!!
Nerea.