La intención de mi primer cuadro era guardarlo en mi casa, como si de un diamante en bruto se tratara. Pero surgió un problema, se lo enseñé a mi abuela.
Para quién es el cuadro? - preguntó.
Para nadie. - y mi abuela me miró, como diría ella, con carita de cordero "degollao". - ¿Lo quieres para ti, yaya?
Claro! Ya sé hasta donde lo voy a poner!
Y así, con esa destreza que caracteriza a mi yaya, y sin poder replicar ni decirle nada más, se lo adjudicó ella. No se lo podía haber dado a ninguna otra persona en el mundo, tantos años sin pintar y me quedaba sin mi primer trabajo, pero la felicidad y el orgullo de mi abuela era más importante que mi pérdida.
Pintar las hojas y el cielo fue divertido y bastante sencillo, pero hacer el suelo de colores fue todo un reto. No sabía ni por donde empezar, iba poniendo colores, se mezclaban y no conseguía darle el aspecto de suelo mojado que debía tener.
Me pareció increíble cuando pinté a los personajes como sólo con las sombras blancas podía darle la humedad al suelo y que pareciera sin haber dibujado ni una sola gota que estaba lloviendo.
Foto hecha con el movil, en cuanto pueda os pongo una en condiciones. |
"Un camino, una dirección, avanzar bajo la lluvia sin mirar atrás, sin saber que lo que viene será mejor, pero con la certeza de que habrá alguien a tu lado que te ayude a seguir adelante."
Nerea.
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