miércoles, 12 de diciembre de 2012

Tu cosecha


Siempre es difícil marcarse un objetivo, tener claro hacía donde vas y saber cual es el destino final de tu camino. 

Cada persona tiene una vida, una vida que va cambiando constantemente, que te hace coger desvíos, caminos y carreteras según la situación. Tú eliges hacia donde vas, hacia donde te mueves y cual es el mejor camino para ti. 

Lo mejor de ser caminante es todo lo que encuentras por el camino; las experiencias, las dificultades, los progresos... pero sobretodo, lo mejor, son los acompañantes. En todo camino hay gente que te acompaña, que te ayuda y te anima a seguir. Muchas veces comparten contigo una parte del mismo objetivo marcado y esto crea una unión covalente, ya que al compartir una parte del objetivo común cuando uno va hacia una dirección el otro se ha de mover contigo hacia la misma, es la única manera de lograr el objetivo, moviéndose todos al mismo compás. 

Esto es lo que hace que tus acompañantes muchas veces acaben siendo tus compañeros o amigos, amigos que caminaran junto a ti sin olvidar su objetivo individual. Llegara un momento en que el objetivo común se desvanezca, bien porque alguno decida que ya lo ha conseguido, bien porque no quiere seguir por ese camino o bien porque para lograr su objetivo individual tiene que coger un desvío.

Y vuelves a emprender el camino solo, con más experiencia y sabiduría, pero con nuevos retos y dificultades. Y justo en ese periodo de tiempo, cuando vuelves a quedarte solo, te das cuenta de que en tu camino anterior has ido plantado un montón de simientes que han ido crecido y han dado sus frutos, frutos que irás recogiendo en tu nuevo camino.
 
Nerea.



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